En el no hacer total, de ocio creativo espiritual, es que conocemos lo que somos, y salimos del desnaturalizado ego, ese abismo doloroso separado de la Unidad, fragmentado en la neurosis tecnológica.
Una austeridad constante puede apagar severamente la locura del Espiritu, mientras que la ligereza de solo un día a la semana, lo eleva y reconstruye.
El trabalho sin dignidad engendra desdicha, el reposo sin espiritualidad es la fuente de la burda vulgaridad.
¿Quién nos enseñará a desear ansiosamente el Espiritu de un día sagrado en Unidad Espiritual?
Un día para abrirse a sentir el Amor fervoroso por la práctica espiritual, para nutrir de fuego al Amor Devoto a la “Nada”, a Viracocha.
Aceptar el descanso de un día a la semana, nos permite agregar cualidad profunda y esencial a nuestros dones, la imaginación se nutre de lo profundo y valioso de la Vida. Y así nace la reintegración a la Unidad, la Comprensión Intuitiva se encuentra fácil y simple, siempre estuvo ahí, solo debíamos aprender a parar.
Cuando aprendemos a vivir un día de no hacer, descubrimos el deleite profundo de comulgar con nos mismos, y el descontento, la insatisfacción desaparece.
El tiempo es el problema esencial de la Vida, es un desierto que pasa sin cesar, posee grandeza pero no belleza, su extraño y terrible poder, es temido y nos apretamos a medida que pasa. Y he aquí que llega un día de felicidad, sin tiempo, sin correría, sin buscar nada, que nos arrebata al Alma y la Vida se complace, el cuerpo se complace y el Alma se une a lo terrenal y lo celestial."
Maestros Andinos